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UCM reduce riesgos cardiovasculares en sus colaboradores con danza y educación

La UCM realizó un estudio que identificó riesgos cardiovasculares en sus colaboradores e implementó terapias con baile y educación en salud. La rumboterapia y otras actividades mejoraron indicadores físicos y fomentaron el autocuidado en la comunidad administrativa.
30 de abril de 2025

En 2023, un proyecto académico nacido en el aula se convirtió en una experiencia transformadora para decenas de colaboradores de la Universidad Católica de Manizales (UCM). Con el objetivo de caracterizar y reducir el riesgo cardiovascular en la comunidad universitaria, la profesora de Enfermería Yanier Betancur Manrique lideró una investigación que hoy muestra resultados concretos en salud y bienestar.

El punto de partida fue una alianza con la Dirección Territorial de Salud de Caldas, como parte de la política nacional de rutas integradoras de atención en salud. Uno de sus ejes, la ruta de riesgo cardiometabólico, inspiró al equipo investigador a analizar el estado de salud de más de 250 colaboradores de la universidad, con énfasis en factores como el riesgo de infarto y de diabetes a diez años.

Para conocer el estado de salud de los participantes, se aplicaron pruebas clínicas que permiten calcular el riesgo de sufrir un infarto o diabetes en los próximos años. También se hicieron exámenes de sangre y se midieron aspectos como el nivel de azúcar, el colesterol, el tamaño de la cintura y el peso corporal.

Los resultados de esta primera fase evidenciaron distintos niveles de riesgo, pero también pusieron de relieve una realidad preocupante: los factores psicosociales, como el estrés y la inactividad física asociada a largas jornadas laborales, estaban afectando la salud cardiovascular de muchos colaboradores, especialmente en áreas administrativas. Fue entonces cuando el proyecto dio un giro hacia la acción.

Del diagnóstico a la acción

La segunda etapa de la investigación, impulsada por la profesora Yanier con el apoyo de Servicio Médico, permitió el diseño de una estrategia multicomponente para quienes presentaban riesgo alto. Esta incluyó dos frentes clave: jornadas socioeducativas con orientación médica especializada y jornadas cardiosaludables con actividades físicas sistemáticas, organizadas en ciclos de 12 semanas con cuatro sesiones por semana.

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Fue en este espacio en el que la danza ocupó un lugar protagónico. La rumboterapia, una práctica basada en el baile guiado y el disfrute del movimiento al ritmo de la música, se convirtió en una herramienta terapéutica dentro del reacondicionamiento físico.

Esta estrategia, además de contribuir a la reducción de medidas corporales como el índice cintura-talla, hoy considerado uno de los principales indicadores de riesgo cardiometabólico por la OMS, demostró efectos positivos en otros aspectos: disminución del estrés, regulación de la presión arterial y mejora en la respuesta inmune, cognitiva y motriz de los participantes.

«El impacto fue más allá de las cifras. Muchos colaboradores que llevaban años sin hacer ejercicio empezaron a incorporar rutinas activas en su día a día. Las sesiones se realizaban dentro de la jornada laboral, lo que permitió integrar el cuidado del cuerpo y la mente como parte del trabajo mismo, generando una cultura de autocuidado y conciencia sobre la salud cardiovascular».

Yanier Betancur, profesora del programa de Enfermería UCM.

Academia con propósito transformador de vidas

Este proyecto, que ahora avanza hacia la formulación de una política institucional de riesgo cardiometabólico dentro del programa UCM Saludable, incluye seguimiento continuo, remisiones a EPS para casos clínicos más complejos y materiales educativos elaborados por estudiantes que participaron como asistentes de investigación. De hecho, varios de ellos desarrollaron su trabajo de grado a partir de esta experiencia, evidenciando cómo la formación académica puede integrarse con las necesidades reales de la comunidad.

En el ámbito de la semana en la que se celebra el Día Mundial de la Danza, este estudio reafirma el valor del movimiento como medicina preventiva. Bailar no solo es una expresión cultural y emocional, también es una intervención poderosa que puede mejorar la calidad de vida, reducir riesgos clínicos y fortalecer vínculos sociales y emocionales.

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