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La práctica reflexiva y el desarrollo profesional del profesor…

La práctica reflexiva y el desarrollo profesional del profesor en el contexto de la educación superior: comprensiones y experiencias Esta obra, escrita en un tiempo en el que las grandes […]
24 de June de 2025

Esta obra, escrita en un tiempo en el que las grandes mutaciones de todo tipo se posesionan de todas las esferas de la vida humana otorgándole al mundo otras fisonomías. Muestra conexiones múltiples donde se articulan modos de pensar la nueva sociedad desde la formación profesoral, la memoria, la palabra, la devoción, la prospectiva, la metáfora, y se crean mestizajes en sus esencias develadas por tres miradas que en clave de encuentro se entraman para contemplar al profesor; sujeto con alto peso social en el despliegue de una tarea posibilitadora; de la comprensión del desarrollo profesional. 

Abordan los autores el desarrollo profesional a modo de recurso conceptual que deja ver el deseo de una sociedad forjada desde la escuela superior, pensada desde entramados de sentidos que se tejen, fronteras disciplinares que se transgreden; intersticios de la humanidad profesoral que se esculcan, umbrales que se traducen en escenarios de cierres y aperturas de una formación para la transformación del profesor. 

Se ha escrito con el fervor, el cual emerge tras muchos años de experiencia, de habitar el aula universitaria, luego de enriquecidos tránsitos por niveles previos; en un tiempo en que el cambio es la nota predominante en la ecuación que representa la dinámica de la formación universitaria desde el aula tradicional para el aula mundo. 

Las mentes profesorales escritoras, nos develan que el desarrollo profesional es una vía que al ser transitada muestra una tríada de coordenadas claras: la perspectiva de la conciencia del camino andado, la reflexividad como encuentro consigo mismo tras la experiencia vivida y la prospectiva como actitud hacia la construcción de futuros posibles; deseables y probables. Con ello lograron estas mentes tejerse en el tiempo. 

El análisis de libre flujo posibilitó que la experiencia vivida, contada como oportunidad de reflexividad, se tradujera en que los lectores puedan ir a la búsqueda de los sentidos y significados de una formación que se hace complicada por la amplia gama de componentes que le estructuran haciéndole intricada; compleja porque la formación es un fenómeno cuyos atributos no son la simple suma de esos componentes, sino que, sus características de interdependencia e interdefinibilidad posibilitan emergentes en cuya relacionalidad reside el espíritu de un sujeto profesor; aprendiente perpetuo. 

Esta obra conjuga la interpretación de la narrativa que, en simultaneidad con una comprensión de la realidad profesoral universitaria, tiene el mérito que reside en que sus autores la han vivido y la han visto vivir, por eso la comprenden, porque han existido en la experiencia profesoral como acontecimiento vital, que ha dado a su ser integral profesoral; gozo, satisfacción, crecimiento, plenitud, autoconocimiento de vida interior, deseo, cambio. Es decir, han sentido el desarrollo profesional y por ello la conciencia pedagógica permea el libro a modo de privilegio de saber del camino que todavía se hace en su caminar. 

Un desarrollo profesional que sugiere la autogestión para la autosuperación, el cual está inmerso en la consigna del profesor, quien ha de desplegar su praxis, enfocándose en los diferentes principios de las ciencias, de modo que, la pedagogía, hebegogía, andragogía y gerontagogía, se nutran de esos principios y el profesor se transforme en un pontífice, un constructor de puentes entre las ciencias y sus producciones, unificando lenguajes, semióticas y temporalidades. 

Los nuevos recursos que el profesor debe llevar al aula desde la fase de preparación —no de planeación— parten desde la innovación; la pregunta crítica, la duda, la incertidumbre, la red, el entramado, los nuevos conceptos, las noticias, las fusiones, las paradojas, las metáforas, las nuevas configuraciones para abordar las realidades del mundo y la vida. De este modo, aprender y enseñar se entrelazan con otros estilos de vida. 

El desarrollo profesional en el nuevo profesor, lo revela como un dialogante permanente: un profesional que se asoma por las ventanas diversas de las ciencias y aprecia un paisaje —lo que se alcanza a ver— para integrar un territorio pedagógico propio. Otra de las múltiples fortunas de ser profesor que hoy se traduce en exigencia: hay que fundir los saberes, pues los que tradicionalmente se han venido construyendo desde la ciencia que cada profesor hace suya, muestran insuficiencias. 

La idea fecunda de habitar la incertidumbre en el rumbo que ha de tener la universidad, lejana de significar impotencia para el cambio, cataliza la posibilidad y la urgencia misma de provocar otras actitudes construccionistas, para poner la cátedra a la altura de la provocación, elevándola a la cocreación en horizonte de búsqueda constante, de una permanente llegada a puntos deseados para volver a partir.

Al ritmo que el profesor de la universidad exprese en su cotidianidad competencia como potencialidad para anticiparse reflexivamente al cambio multidimensional, a las condiciones internas propias y a las de los contextos y entornos donde se despliega profesionalmente, poseerá mayor oportunidad para la proactividad, a gestar su autoorganización profesoral y así, interpretar para comprender las necesidades, deseos y demandas de quienes tras un título profesional buscan su autotransformación mientras dejan espacios/tiempos para lo emergente en sus despliegues formativos. 

Un desarrollo profesional en una universidad como territorio, que trasciende el espacio y pasa a ser un escenario de la vida plural, donde se da el encuentro de cuerpos, de saberes, de lenguajes, de biografías, de sueños; que se constituyen en plataforma para lanzarse a proyectar, a construir futuros posibles, futuribles y futuros probables, futurables; donde el sujeto sea/siendo, constructor del ser y del estar suyo y de la colectividad en contextos volátiles e inciertos. 

La universidad asumida como territorio mío, suyo y nuestro, donde además de la proclamada cohesión, se construya adhesión; una uniendo a todos y otra uniendo a todos con la universidad respectivamente; un territorio universitario percibido, ceremonial, habitado, vivido; pero siempre propio y esencialmente posibilitador de otros abordajes de una realidad móvil y mutante. 

Ese territorio posibilita imaginar a un profesor de la universidad que, en clave de interfaz, sea capaz de des-envolverse and en-red-darse en un campo de campos, híbrido, entre lo instituido y lo instituyente, entre las condiciones que implican conservación y las que implican cambio; entre lo que se es y lo puede llegar a ser; en un territorio así, lleno de verdades movedizas, hemos de crear ambientes de aprendizaje e intermediaciones para la autoformación propia y del otro. 

Feliz travesía 

Martha Liliana Marín Cano · Lina Rosa Parra Bernal · Jorge Alberto Forero
Autores

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